Es absolutamente común que a una persona que le guste un estilo musical, no le gusten otros, es decir, a mucha gente sólo le gusta el heavy, sólo le gusta el flamenco, etc… A veces sucede, que le gusta muchísimo un estilo y prácticamente nada de los demás, exceptuando quizá canciones que suenen en la televisión o en la radio.
Si se piensa detenidamente este hecho, es realmente extraño. Yo me di cuenta hace no mucho y llegué a algo que puede parece una esperpéntica conclusión, y que he denominado (perdónenme el frikismo) “La barrera del sonido”.
¿Qué es esta barrera del sonido? Pues bien, es muy sencillo, se sabe ya por diversos estudios que al oído le gusta más algo que está acostumbrado a escuchar. Esto quiere decir por ejemplo, que de buenas a primeras hay más posibilidades de que te apetezca escuchar más la 40º sinfonía de Mozart que el concierto para violín de Brahms. Por elegir otro estilo, es más fácil que te apetezca escuchar el “Come together” de The Beatles que el “Mekanïk Destruktïw Kommandöh” de Magma.
Esto es algo que se me enseñó en el instituto. Pero claro, se refiere a canciones. Sin embargo, un estilo, se conforma de relaciones entre canciones, quiero decir, pequeños parecidos, ínfimas imitaciones y plagios descarados entre músicos de una generación. Y también algo muy importante: más allá de las melodías o armonía típicas de un estilo, se da un fenómeno muy curioso y que es la semejanza del propio estilo en cuanto a timbre. Por ejemplo, la distorsión en el heavy metal, y no creáis que es una distorsión cualquier, porque el nu metal utilizará otro tipo de distorsiones, al igual que el trash metal y al igual que cualquier otro estilo. El pop, tiene sus identificativos… En la música electrónica, se puede llegar a distinguir un estilo sólo por el sonido del bombo y de la caja…
Lo que acabo de decir es algo que está ahí y es relativamente obvio, mas sus consecuencias llegan lejos. ¿Por qué a una persona le gusta el hip hop y no el hard rock? ¿Por qué a otro le gusta el hard rock y no el hip hop? Para mí, la respuesta es muy sencilla, simplemente porque vivió en otra época y tuvo otros amigos. Cuando dos personas son de la misma generación, hay que admitir que es por pura casualidad, es decir, por la música que circulase en su ambiente. Lo que acabo de decir parece una supina estupidez, pero piénsese un segundo. ¿Acaso no se suele escuchar la música que se oyó en pubertad o en aquellos momentos en los que descubrimos el placer por la música?
Esto lo saben bien los productores musicales, y demás gente del mundillo. Y digo lo saben, aun teniendo muy presente que la mayoría lo desconocen. Simplemente se limitan a hacer lo que ya han hecho otros, a intentar calcar el sonido que se supone que un estilo debe tener. ¿Por qué? Porque así se vende más. Imagínense ustedes el fracaso que sería hacer un álbum de pop con una producción metalera.
Sin embargo, esto es un extremo. En el otro extremo estaría la gente a la que no le importa absolutamente lo que suene, que ellos serán felices escuchándolo (nadie realmente es un purista en este lado, al igual que en el otro).
Ambos extremos olvidan que la música está hecha para transmitir sentimientos. Y no es lo mismo un sentimiento que otro, y no es lo mismo cómo esté hecho, cómo esté narrado. El problema está no en el gusto de la gente (a cada uno que le guste lo que quiera) sino en su cabeza. “La barrera del sonido” es un hecho puramente psicológico, que quizá tenga que ver con que los sonidos que no son familiares se asocian instintivamente con algún tipo de peligro. De cualquier manera, “la barrera del sonido” se puede traspasar y se pueden llegar a escuchar muchos estilos diferentes y ser crítico con ellos, algunos te gustarán y otros no, y puede que te apetezcan sólo para un momento determinado, se trata de los sentimientos que quieras escuchar en ese momento.
Lo usual sería que un músico tuviese más posibilidades de traspasar esta barrera que una persona común (sí, esos a los que llamamos “mortales”, jeje). Pero nada más lejos de la realidad, este hecho nos afecta a todos y nadie se curará nunca de él, conozco a gente que no ha tocado un instrumento en su vida y tiene una cultura musical impresionante, y veo a músicos profesionales en la televisión diciendo fascistadas musicales.
La conclusión definitiva sería que la música está hecha para vivirla, no para clasificarla.
viernes, 31 de julio de 2009
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Hola amigo.
ResponderEliminarPrometo leerte a menudo y te felicito por tu interesante blog.
Trabajo en el Niño, lo que pasa que solo tengo tiempo a cuenta gotas. Que sepas que no me olvido de nuestro proyecto y encima encontre editorial interesada.
Ya te contare.
Un Abrazo.